El ojo en la obscuridad.
La visión nocturna es la capacidad de ver en ambientes con bajos niveles de iluminación, muchas especies poseen esta habilidad, incluido el ser humano.
El ojo humano está compuesto por células fotorreceptoras llamadas conos y bastones. Los conos, se sitúan en la parte central de la retina, llamada fóvea y son las células “encargadas” de detectar el color, necesitan cierta cantidad de luz para activarse.
De noche y en condiciones de baja luminosidad, la responsabilidad de la visión es de los bastones, (estas células no se encuentran en la fóvea), que producen imágenes en blanco y negro, permitiendo la recepción de una amplia gama de grises.
El ojo necesita cierto período de adaptación para pasar de un ambiente con mucha luz a un ambiente de menor intensidad; después de un tiempo en la obscuridad nuestros ojos deben ajustarse a la nueva iluminación comenzando a ver con claridad gracias a la activación de los bastones.
La pupilas son las responsables de controlar la cantidad de luz que entra a los ojos:
En un lugar con buena iluminación las pupilas se contraen para no dejar entrar tanta luz.
En la osbcuridad se dilatan permitiendo entrar mayor cantidad de luz.
Esto es un funcionamiento natural del ojo para ajustarse a los diferentes tipos de iluminación.
Los seres humanos no son como los gatos cuyos ojos están magníficamente adaptados a ver en la obscuridad. Una de las razones por la que ven mejor es que ellos tienen más bastones que conos en sus retinas, a diferencia de los humanos.